Símbolo de la Perfección
Autor: Jie Kong
El Símbolo de la Perfección es la Geometría y la Anatomía del Camino. Expresa la comprensión basada en sensaciones y percepción sensorial, donde el Símbolo mismo es un componente espiritualizado del desarrollo.
El Símbolo de la Perfección es el fundamento de lo profundo. Para percibir la forma de la cognición es importante aprender a percibir diferentes naturalezas de la realidad donde la razón se equilibra con la sensualidad y se convierte en una vivencia. Es decir, es un proceso de perfeccionamiento, donde lo racional influye en lo irracional, y lo irracional influye en lo racional.
Al mismo tiempo, este principio especial de cognición se refiere a lo sensual y lo racional, y la tarea de lo sensorial no es seguir lo racional (es decir, reaccionar), sino llenarlo. Es una forma peculiar de representación del conocimiento, que lleva a la materialización de lo presentado. Este nivel de cognición enseña a percibir, sobre todo, las partes irracionales del cerebro, importantes para la comprensión de la naturaleza de los signos, símbolos y la geometría, es decir, las que forman las células conscientes superiores, a las que las células inferiores no pueden procesar.
La cuestión de la verdad de cualquier conocimiento consiste en la capacidad de comprobarlo. Es decir, no se trata de estar de acuerdo y desacuerdo, sino del arte de comprender cualquier disciplina desde el punto de vista de la construcción, la estructura, el funcionamiento y, por supuesto, el desarrollo. Y para estar seguro de lo superior, hay que aprender a empaquetarlo, lo que predetermina el concepto del Símbolo. Estar involucrado en la cognición significa interactuar con lo que se está conociendo, no con lo ya conocido. Para la Perfección no existe lo conocido, existe solo aquello que se está conociendo, ya que no estamos limitados, o más bien, no debemos limitarnos por la penetración en el conocimiento. Igual que, de hecho, en el Arte de interactuar con lo desconocido y lo incomprensible, nos apoyamos en el dominio de nosotros mismos en lo desconocido.
El estado de la sociedad moderna no permite tener en cuenta la relación “sujeto-objeto” y, por lo tanto, no crea condiciones para el estudio multifuncional, lo que limita no solo nuestras capacidades irracionales, sino también las racionales. Cada práctica está precedida por la idea de la práctica, que ya la convierte en un símbolo del desarrollo mucho antes de que se convierta en un objeto de conocimiento. Y solo después de que esta noción se convierta en práctica verdadera, ésta de un derivado llega a ser lo original, donde el contenido de la sensación se transforma en el contenido de la experiencia.
Lo más difícil (e incluso vulgar) en el entendimiento de todo esto es el así llamado sentido común, es decir, una convención que se limita no solo por una designación general de racionalidad, sino también por lo personal. A fin de cuentas, nuestro personal a menudo usa los requisitos previos del conocimiento, es decir, la información, que ya forma la imposibilidad de conocer adecuadamente una práctica que usa lo trascendental en su cognición.
Por mucho que hablemos de la falsedad de lo irracional, definiéndolo como falso, nosotros mismos nos volvemos irracionales, ya que dotamos de fantasía a lo contemplativo. Y lo contemplativo es un esfuerzo que puede ser medido sólo por aquellos que dominen la naturaleza de la contemplación.
El problema principal de la cognición es la incapacidad de permanecer en el proceso de conocer, en la percepción sensual y racional del material, que está determinado por el Símbolo de la Perfección.