La naturaleza integral de los sentimientos

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Autor: Jie Kong

La naturaleza integral de los sentidos es una Flor, un recipiente que no conoce la paz y está condenada a arar el mar. Es el origen y la existencia de los fenómenos determinados por la proporción entre la razón y las emociones. La naturaleza integral de los sentimientos es una condición para la formación de diferentes preferencias basadas en la física y la energía de los procesos que llamamos sentimientos. Y dado que estos procesos crean diversas condiciones para el llenado y la nutrición del cuerpo y la conciencia, formando ciertas dependencias conductuales, su interpretación es importante para la sintonización de la comprensión del desarrollo también desde una posición de la naturaleza emocional.

Los sentimientos son la capacidad de nuestro cuerpo de acumular cierto potencial (vamos a llamarlo “vivencias”) y formar una actitud y, por regla general, dependencia del cerebro de los procesos bioenergéticos, que generalmente no tienen nada que ver con el logro de la Verdad. Debido a que los sentimientos dependen del principio hermético, su comprensión y expresión son dos procesos tecnológicos diferentes.

La interpretación de estos procesos es el primer paso para el entendimiento de la naturaleza integral de los sentimientos. Dado que parte de los sentimientos está relacionada con las leyes causales más simples, y parte con las complejas, esta cadena tiene la tarea de poner a prueba los sentimientos o de expresarlos.

Los sentimientos mismos se involucran a una situación de alboroto provocada por la naturaleza de la confusión, o incluso del simple caos. Al mismo tiempo, como guiados por las principales expresiones de contacto en forma de ira, miedo, tristeza o simplemente consideración, encajamos en una cierta respiración, latido, oleada de calor o frío. Es decir, nos enfrentamos a procesos internos que nos requieren acciones que subordinamos a una conciencia inconsciente. Estas acciones se expresan, por ejemplo, en indicadores fisiológicos como la sequedad en la boca o la aparición de humedad en las manos, escalofríos. Y si estas formas de conciencia nos influyen, entonces cualquier desarrollo tarde o temprano se convertirá en un dolor mental por el deseo de ser, digamos, superior y mejor a los demás. O encontrarán su expresión en un inexplicable deseo de rascarse.

De cada forma de comportamiento aparentemente insignificante, estos procesos internos se convierten en formas significativas de comportamiento, como la confianza o incluso el amor y pueden llegar a ser una carga grave que determina la conciencia de una persona. E incluso un saludo elemental de alguien o posicionamiento, siendo una de las formas de integralidad, puede tener influencia activa en nuestro desarrollo.

Es decir, la integridad de los sentimientos es nuestra manifestación interna y externa, que determina o nuestra esencia abierta o cerrada. De hecho, este proceso se convierte en una especie de manipulador, obligando a la persona más a adaptarse en vez de actualizar su actitud hacia la práctica.

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