El Macrocosmos y el Matriarcado

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Autor: Oleg Cherne

El macrocosmos es el volumen orientado del universo, que consta de 12 Campos jerárquicos, divididos de acuerdo con un principio consciente. Es principalmente el volumen individual de espacios jerárquicos. Por la naturaleza de su nacimiento en la Tierra la mujer representa la cumbre de la espiritualidad en la jerarquía del macrocosmos en nuestro espacio, lo cual es muy importante para su integridad y cohesión.

Esta condición se formó en los tiempos cuando la mujer estuvo percibida ante todo, como un Vaso Espiritual y era un santuario del laberinto de la antigua civilización minoica (2700-1400 a. C.). Este es el período de manifestación de la conciencia femenina, el tiempo de contacto consciente de la mujer con el macrocosmos.

En aquel entonces, las mujeres, de hecho, eran diosas protegidas por las amazonas, las portadoras de la conciencia irracional, para que las diosas no abandonaran la Tierra. Pero se vieron obligadas a irse, ya que de a poco cambiaron las condiciones mismas de vida. De esta manera comenzó a formarse el culto a las diosas celestiales.

Es importante entender que inicialmente esto no fue lo racional humano, sino lo irracional divino, donde el útero y el culto a la fertilidad determinaron el proceso consciente. Desde la posición del monoteísmo, la mujer representaba a un dios trascendental poseedora de la cualidad de generar, relacionada con la propiedad de la tierra de dar vida, que determinaba el orden mundial. De hecho, la mujer era un templo, un altar, era la dueña del espacio, lo cual es comparable con el concepto de la Gran Diosa.

Es decir, cada mujer era una diosa, al menos en las funciones de la generación, que posteriormente se empezó a asociar con la imagen de Isis. En esto se muestra la similitud macrocósmica directa de la Tierra y las mujeres, que en la religión minoica se correlacionó con la constante generación. Esta fuerza básica de la naturaleza, encarnada en el concepto del nacimiento de todos los seres vivos, marcó la naturaleza de las mujeres como superior a todas las demás en la Tierra.

La naturaleza de la mujer se caracteriza por la palabra colectiva griega mitir (μήτηρ), asociada tanto con la imagen de la diosa como con el macrocosmos. Este concepto tiene un significado colectivo que caracteriza la naturaleza de la mujer que cambiaba según el tiempo en el período histórico y la edad. Es importante tener en cuenta esta propiedad de la correlación del espíritu y el tiempo (la propiedad o-re-ta) para comprender la conexión entre las mujeres y el macrocosmos.

En este sentido, es difícil hablar de forma positiva sobre el período del patriarcado, ya que en el contexto de esta conversación, se convertirá más en un intento de apartar al espíritu de la persona. Y debido a que se basa en formas autoritarias agresivas, aquí nuevamente surge la pregunta al macrocosmos: ¿por qué? El problema es que la respuesta ni siquiera radica en las funciones de la comprensión humana. Pero desde el punto de vista del desarrollo, es interesante hablar de la mujer durante la época de las amazonas de la civilización cretense-minoica precisamente en el contexto del tema del origen de la conciencia femenina y lo que puede ser controlado por la misma, y del patriarcado desde la posición del origen de la conciencia masculina.

Sobre la base de la conciencia femenina se forma el volumen energético, que está más allá de la comprensión de los hombres. Justamente este volumen salvó a la humanidad del tiempo de la muerte, en la persona de Rea que salvó a Zeus. En el sentido macrocósmico, es importante expresar el principio celestial de la mujer en la persona de la diosa Ishtar y su poder transformador en la persona de la diosa Isis.

Por lo tanto, el macrocosmos tiene su correspondencia en la Tierra en la sociedad matriarcalmente orientada y el espacio. Mientras que la mujer es un espíritu orientado a sí mismo. De hecho, el enfoque matriarcal es un énfasis en los valores formados por las leyes de conservación de la energía, y según las cuales todos los objetos tienen una naturaleza “mágica”, donde defiere la percepción de la magia por un hombre y por una mujer.

Otra cosa diferente es la interacción con lo existente y darle un peculiar carácter ceremonial, ritual. Todo en la naturaleza de la mujer se basa en la percepción interna y no en definiciones externas. Otro tema importante es el derecho de la mujer de corresponder con su naturaleza, teniendo en cuenta los órdenes macrocósmicos y la actitud especial hacia el espacio. Y en la realización de esto, la educación tiene una ventaja sobre la formación.

Y lo más importante es la comprensión peculiar del espíritu del niño y, en consecuencia, una visión diferente cerca de la maternidad. Esto forma la naturaleza sagrada no solo de llevar a término el embarazo de un niño, sino de su espíritu. Y aquí es muy importante la conservación y el desarrollo de la energía, incluido el período pre-prenatal, prenatal y el parto.

La importancia de la educación proviene precisamente de la cuestión de la conexión del espíritu con el macrocosmos, y aquí debe entenderse lo fuerte o débil que es el espíritu del padre mismo. En una sociedad matriarcal, la opresión del espíritu es inaceptable. Por el contrario, es importante su fortalecimiento. Y la vida de una mujer puede basarse en la armonía inherente a su naturaleza, que la lleva a la suficiencia interna.

Esta suficiencia interna básica es el fundamento principal y un atributo importante de una sociedad matriarcal, alrededor de la cual se construye todo lo demás y los hombres están subordinados a los intereses de estas condiciones. Esto es lo opuesto al principio de imponer la suficiencia externa y, en primer lugar, el poder.

En general, el poder en el formato de mujeres y hombres se caracteriza por diferentes vivencias. Además, es importante no confundir el poder de una mujer en una sociedad patriarcal, donde éste se construye según el principio masculino y está sintonizado con los hombres, y de la mujer sintonizada con la naturaleza, donde uno puede hablar sobre el reflejo real del macrocosmos en el microcosmos, es decir, la expresión de la naturaleza femenina.

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