El cuerpo africano

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Autor: Ben Chelero

Resulta que la formación del ser humano comenzó según la orden del Cosmos, el que dotó a los primeros seres humanos de un esfuerzo superconsciente. Precisamente con estos dones, los primeros, por así decirlo, superhombres (según diferentes versiones, vinieron, se formaron o reencarnaron de los atlantes), de hecho, empezó la evolución del ser humano.

Cuando el Cielo fue capaz de crear una resonancia con la superficie de la Tierra, en ella comenzó un proceso de formación de vida. En un lugar la forma de vibración fue más ruda y allí se formaron ciertas criaturas poco organizadas, mientras que en otros lugares, de frecuencia más alta, se formaron criaturas de más alto nivel de organización.

A los más organizados pertenecían también los animales, representando objetos horizontales, o sea, dependientes de la Tierra, mientras que el ser humano se convirtió en un organismo vivo orientado verticalmente. Por lo tanto, él obtuvo la capacidad de transición a otros mundos. El gran interés aquí, por supuesto, provoca la reacción de la energía del Cosmos a la energía de la Tierra, de la que como chispas se esparcieron las energías vitales.

Esto parecía al nudo que se forma de una tira de goma estirada fuertemente y luego liberada, formando una nueva geometría del cuerpo en forma de un nudo. En general, el proceso es bastante físico y explica las leyes de la evolución tanto de la Tierra, como del Cielo, donde no sólo el ser humano, sino también el Dios están representados por determinadas frecuencias de resonancia.

El cuerpo africano El cuerpo africano

De acuerdo con todo esto, es muy lógico plantearnos la pregunta: ¿dónde, de hecho, se formó la resonancia de más alta calidad en la Tierra? Si consideramos nuestro planeta como una espiral, entonces el planeta, de hecho, es plano, ya que cada espiral es una entidad independiente que tiene sus propias peculiaridades distintivas. Y, por cierto, exactamente tal resonancia permitió a los indios, chinos, dogones y mayas, formar cierta noción única del Cosmos sin cualesquiera herramientas, tan necesarias para nosotros hoy en día.

De hecho, los pueblos antiguos no crearon nociones del Cosmos: crearon una noción de la Tierra, o mejor dicho, de la geometría de la Tierra. Simplemente el estado súper consciente de la mente les permitió refractar las propiedades temporales del Cosmos y ver todo mucho más cercano y no entrecerrar los ojos para ver más a lo lejos. ¿Para qué sirve hoy todo el equipo moderno, cuando los que miran en él no poseen ni el esfuerzo superconsciente, ni la capacidad de ver?

En general, sea lo que sea, en las diferentes partes del cuerpo tenemos diferentes expresiones vibratorias de la vida, formas que tienen diferentes significados para el planeta. En este caso, los mayas o los anasazi orientaron la perspectiva de su vida a la transición a una ciudad astral, por eso todo fue construido exactamente con ente fin. Los chinos antiguos trataban de transformar su cuerpo, los hindúes preparaban su desarrollo, renaciendo de una forma a otra, los maoríes trataban de conectarse con los elementos de la naturaleza. En general, cada uno de ellos cumplía con su trabajo de acuerdo con sus características de frecuencia.

El proceso de la vivencia de funciones humanas adquirieron los egipcios, que hace 5.000 años crearon la geometría perfecta de la existencia humana y fueron, tal vez, la única civilización capaz de vivir en ella durante tanto tiempo. Ellos construyeron, una sociedad conforme a todas las leyes por las que vivía el planeta entero, en un solo lugar, dividiéndolo en 13 nomos. ¡Esto fue una situación única! En la Tierra apareció una zona, capaz de reproducir el modelo de todo el planeta. Por supuesto, con el paso del tiempo, se cambió el ángulo de la inclinación de la Tierra y se hizo imposible proyectarse tal cosa en el dicho lugar, lo que llevó a la caída de aquella gran civilización.

De esa manera, se determinó el centro de formación del ser humano. Este centro fue el lugar que conectó la unidad de la Tierra con el Cosmos a través del hombre, lo que en consecuencia, adquirió un elemento interesante de desarrollo, cuando se formó un nuevo tipo de gente, los celtas. Los celtas no como una nación, sino como modelo del ser humano perfecto, formado por la fusión de los grupos arios, africanos y pigmeos (en lo que, gran papel jugaron los pictos).

Sin embargo, eso no influyó en los procesos, que ocurrían en el continente africano, donde se inició la formación de las diferentes organizaciones de tipo pre-estatal. Aunque la división aquí es totalmente fuera de lugar, ya que el africano, obteniendo el estatus más alto del ser humano, en seguida ocupó el lugar del árbitro de la historia de la humanidad, apoyándose en la vibración en todos los procesos vitales, que ocurrían no sólo en su interior, sino también en su alrededor, dando a los animales y los pájaros no un valor zoológico, como hacemos nosotros hoy en día, sino espacial.

Por lo tanto, todo a su alrededor fue percibido por ellos como una fuerza vital. Y, por supuesto, para entender esto, es necesario un cierto ajuste, lo que ya es una función de la consciencia. Precisamente la consciencia hizo, de inmediato, a los africanos, líderes de la existencia según las características humanas. Hoy en día es muy ridículo ver a la gente realmente limitada, que ni siquiera puede comparar sus acciones con su propia actividad cerebral, sin embargo llaman a los africanos, monos. Si aquí hay un mono, es el “blanco” con un cerebro no construido, incapaz de experimentar los procesos vibratorios, subordinando su vida, de hecho, a ideas de la existencia inventadas y falsas, donde el fin para todos es sólo la muerte.

Incluso por su hábitat, los africanos están destinados a trabajar con su consciencia a tal nivel, cual hasta ahora ni siquiera se puede definir, ya que para los africanos la definición no es una forma o nivel en el que ellos pueden descender. El africano, en el mejor de los casos, puede transmitir cualquier señal y traspasar ideas, sin sumergirse en su sentido primitivo, sino sólo transmitir la vibración y el ritmo, que son conocimiento, vivencia y, sobre todo, una oportunidad para los que hayan conocido el significado supremo de la existencia, de trabajar con el ritmo.

El cuerpo africano

Es decir, imagínense sólo: tenemos pulso, que tiene un cierto ritmo y nosotros lo seguimos. ¡Nuestra consciencia actual no lo entiende ni a él, ni a sus propiedades, ni a su significado! O, por ejemplo, nosotros tenemos meridianos energéticos. Díganme, ¿qué tipo de consciencia es capaz de comprender la corriente, la vibración del meridiano? Porque, de lo contrario, es imposible conocerlo, ya que no es un sistema ordinario del cuerpo, es el movimiento de la corriente. ¡Poca gente! La consciencia africana primordialmente está sintonizada a la corriente y aquí radica el principal problema de la civilización: en unos, el cerebro funciona con 12 voltios (por ejemplo, los ucranianos), mientras que en otros, con 360 voltios (por ejemplo, los dogones).

Y la cuestión aquí no es quién es el mejor, sino quién es peor. Es que, para el africano tales conceptos simplemente no existen, por más obstinadamente que hayan tratado de enseñarle. Él tiene una mente diferente, un cuerpo diferente y está subordinado a la vibración, al ritmo y al sonido. Esto no significa que los africanos, en el sentido humano, sean superiores por ejemplo, a los letones, pero el grado de “congelación” es diferente. Se trata del modo en el que opera la consciencia, que en los africanos es sobrehumano, lo que los hace que sobrepasen el simple concepto de ser humano y por consecuencia, los hace menoscabados en cuanto a sus derechos humanos.

La consciencia de los africanos es como una bobina de inducción, en la que se mueve constantemente cierta energía. Y, en realidad, esto es un estado, caracterizado por ellos como un metal fundido, que fluye constantemente en el cerebro. A fin de cuentas, en los papiros egipcios encontramos exactamente tal definición.

El estado del cerebro para los africanos es la base de sus cuerpos, puesto que si la vibración trascurre el cuerpo de manera correcta y se mantiene por el cerebro, entonces todo el cuerpo se construye al unísono. No por casualidad los primeros instrumentos musicales han aparecido precisamente aquí. Estos eran, en primer lugar, los objetos para el ajuste de sí mismo. Es decir, para mantener el nivel de vibración del cerebro, se introdujo todo un sistema de corrección y el instrumento distintivo en todo este esquema es, quizás, el birimbao (como una herramienta de ajuste) y el tambor (como instrumento de la construcción del espacio, que los africanos percibían como un conjunto).

La capacidad de experimentar el desierto, el viento, cualquier fenómeno natural ha dado un estatus específico a la vida del africano. Además, cualquier daño cerebral significaba la pérdida de relación con el Cosmos, lo que equivalía a estar muerto en vida. Es decir, todo lo que para el resto del mundo hoy en día es normal, para el africano es una gran desgracia. La vibración debe vivir constantemente en la persona, seguir viviendo incluso después que se ha ido. O sea, a priori, el africano es inmortal. Él lleva en sí conocimientos y las leyes de la inmortalidad, propios para el conocimiento supremo que sólo el ser humano es capaz de comprender, el conocimiento del ritmo.

Es interesante, que la forma de pensar del africano, convierte el espacio del Cosmos en algo accesible y comprensible para él. El Cosmos no está separado de él, puesto que él mismo, a través de la vibración, no sólo lo entiende, sino también lo percibe. Esto, de hecho, también facilitó determinar las unidades de frecuencias del Cosmos en la Tierra, muchos de los que tienen un sonido combinado, pero aquí nos interesa más que el ritmo esta divinizado por un indicio cósmico, donde existen 12 ángulos de desviación de la energía.

Esta condición de la existencia en el espacio tridimensional forma la figura geométrica suprema, la esfera. El ángulo mínimo de desviación de la energía en la superficie es 30 grados, cuando la energía no sólo se refracta, sino también resuena. Por lo tanto, tenemos 12 grupos de resonancia más la dirección. En los egipcios, por ejemplo, la dirección se expresa sólo hacia arriba y por eso tiene 13 grupos, mientras que en yoruba se incluye también la dirección hacia abajo (o sea, 14 grupos).

Así, en los egipcios hay 13 principios cósmicos, en yoruba 14 principios u Orishas.

 

12 земных ритмов

  1. El ritmo de la Cobra: la fuerza de la percepción de la luz solar. Dios Uadyet.
  2. El ritmo del Perro: el símbolo del lugar. Dios Anubis.
  3. El ritmo del gato: el símbolo de la variabilidad. La diosa Bastet.
  4. El ritmo de la oveja: el símbolo del ajuste. Los dioses Amón, Jnum.
  5. El ritmo del rinoceronte: la dirección.
  6. El ritmo del toro: la constancia, la medida. Dios Apis.
  7. El ritmo del hipopótamo: la sumersión. La diosa Tueris
  8. El ritmo del león, pantera, guepardo: la representación del poder. La diosa Sejmet.
  9. El ritmo de la vaca. La deidad Bata.
  10. El ritmo del avestruz, antílope: la circulación del Espíritu. Diosa Anuket.
  11. El ritmo del ibis, halcón: el ritmo supremo de transformación. Dioses Ra, Montu, Sakar
  12. El ritmo de la jirafa: el eje. La deidad Seth.
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Cada uno de estos animales para el africano es cierta aplicación de una actividad de vivencia que expresa el cuerpo.

Aún más interesante es la superposición de dos animales, que, prácticamente, fue el comienzo de la búsqueda de sintonización de los Tótems o el surgimiento de la ciencia del ritmo. Aquí, vale la pena prestar atención a la imagen Matendu, la superposición de la jirafa sobre el elefante. Es decir, el animal es no sólo un ritmo, sino también un intervalo determinado, teniendo la relación indicada con la consciencia. Pero la percepción corporal bi-triangular del ritmo, crea, de hecho, el Arte de la reproducción del ritmo, o tocar un instrumento, en el que la base es el cerebro, controlando el cuerpo. Percibían el cuerpo como un ángulo, es decir, medida y por supuesto fue necesario que la medida manejara al ángulo, es decir, cierto sentido vibratorio. Por lo tanto, tenemos el antiguo estilo de interpretación, el estilo V (estilo, que tiene una forma de V).

A continuación ya vienen las construcciones de la composición, incluyendo círculos y óvalos y las conclusiones cúbicas, es decir la colocación del ritmo en una forma. La espiral como parte del movimiento vibratorio se ha hecho subordinada a la técnica y en esto consiste la grandeza de la comprensión del ritmo o de las tres cabezas de antílopes. El ritmo se ha convertido en una lengua, en un dibujo esquemático, que relevando el volumen, la correlación de las partes del espacio y no de menos fascinación, la correlación de las partes del cuerpo.

Todo esto ha sido necesario para mantener la fuerza vital, en el recipiente que era la cabeza. En general, el enfoque en la cabeza, de hecho, es la esencia y la idea de la comprensión del cuerpo africano. Aquí es importante conservarse la idea de la simetría y su orientación, es decir, la verticalidad. Por lo tanto, el ritmo es el Arte de la representación de formas geométricas, o un conocimiento de la geometría.

Por lo tanto, los conocimientos verdaderos del mundo, del Cosmos y lo más importante, de las capacidades humanas, vinieron, por así decirlo, del “hogar” de la antropogénesis, la cuna de la humanidad. La actividad de esta zona se inició hace unos 40.000 años. Pero hay que entender que no tenemos que estar interesados en quien fue el primero, lo importante es de dónde vino la calidad. Hoy en día, podemos apoyarnos en el sistema de los conocimientos que han creado una u otra civilización del continente. Y aquí, por supuesto, sobre todo se destacan África occidental y Egipto con Etiopía. En este caso, el mayor interés es la cultura Ife.

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